Aranjuez es una pequeña ciudad, muy pintoresca y muy verde, situada a orillas del río Tajo en el sur de Madrid (se llega rapidísimo en tren). Es famosa por el lindísimo concierto de Aranjuez del compositor español Joaquín Rodrigo (seguro que lo has escuchado), por sus fresas y sus espárragos, y por su Palacio Real, de estilo renacentista con influencia francesa, usado por muchos reyes españoles como residencia alternativa y de descanso especialmente en primavera.
Lo más espectacular de Aranjuez sin embargo, #IMHO, son sus enormes y espectaculares jardines, que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001. Oficialmente son cuatro: el del Parterre, el de la Isla, el de Isabel II y el del Príncipe.
Enormes, frondosos y delicados ofrecen verde por días y días. Un espacio para oxigenarse física y emocionalmente (es un cliché, sí, pero es verdad). Cuando visité Aranjuez estuve 4 horas caminando por los jardines non-stop y sin darme cuenta… ¡y aún me quedaban muchas cosas que ver!
Además de los jardines que se encuentran en los terrenos del palacio, junto al río, está también el enorme Jardín del Príncipe, un poco más alejado. Este es el más extenso de todos los jardines de Aranjuez, con un perímetro de 7 km y una extensión de 150 hectáreas, aunque solo se pueden visitar la mitad. No worries, es bastante.
Allí se puede caminar aún más entre árboles enormes y alejado de las multitudes, aunque la afluencia de visitantes sea constante y abundante. Se puede visitar también la Casa del Labrador, una ornamentada mansión neoclásica, y un estanque ornamental con un Pabellón Chinesco, en ambas locaciones se concentra, como es obvio, más gente. Si buscan hacer un poco de shinrin-yoku, mejor el resto de los espacios del jardín.
Aranjuez definitivamente es el destino perfecto para un día tranquilo lleno de verde, paz, y porque no solo de alimentos para el alma vive el hombre, también hay muchísimos restaurantes y bares, cada uno más rico que el otro.
¡Feliz día!